Valorando la Espiritualidad en el
Desarrollo
Consideraciones Iniciales en cuanto a la Creación de Indicadores
de Base Espiritual para el Desarrollo
Un trabajo escrito de concepto redactado por la Comunidad Internacional
Bahá'í
para el Diálogo Mundial de las Fes y el Desarrollo
Palacio de Lambeth, Londres
del 18 al 19 de febrero de 1998
Tabla de Contenido
Abstracto
I. Una Perspectiva Bahá'í
sobre el Desarrollo
II. Indicadores de
Desarrollo: Su Valor y Uso
III. Indicadores de Base
Espiritual para el Desarrollo: Consideraciones Iniciales
IV. Indicadores de
Base Espiritual: Cinco Principios Fundamentales
1. La Unidad en la Diversidad
2. La Equidad y la Justicia
3. La Igualdad de los Sexos
4. La Confiabilidad y el
Liderazgo Moral
5. La Investigación
Independiente de la Verdad
V. Indicadores de
Base Espiritual: Cinco Areas de Política Prioritaria
1. El Desarrollo Económico
2. La Educación
3. El Fideicomiso Ambiental
4. El Llenar las
Necesidades Básicas en Alimento, Nutrición, Salud y Albergue
5. El Gobierno y la Participación
VI. Desarrollando
Indicadores de Base Espiritual: Tres Ejemplos
VII. Hacia el
Desarrollo de Indicadores de Base Espiritual: Posibles Pasos
Colaborativos
Abstracto
Este trabajo escrito concepto se concentra en la importancia de crear medidas para asesorar el progreso de desarrollo por medio de la perspectiva de los principios espirituales. El trabajo escrito comienza delineando una perspectiva bahá'í en cuanto al desarrollo. Luego menciona el uso de los indicadores actualmente e introduce el concepto de indicadores de base espiritual para el desarrollo. Considera, aunque resumidamente, cinco principios espirituales cruciales al desarrollo y cinco áreas de política en que estos principios pudieran aplicarse para generar metas e indicadores para medir el progreso hacia dichas metas. Entonces se presentan tres ejemplos breves de cómo tales indicadores pudieran concebirse y desarrollarse. Y por último se sugiere una iniciativa colaborativa para desarrollar indicadores de base espiritual para el desarrollo, involucrando a las religiones y una prominente agencia internacional de desarrollo.
El desarrollo en sí de estas medidas se encuentra mucho más allá del alcance de este trabajo escrito. Más bien, la intensión de este trabajo, como lo sugiere el subtítulo, es el de ofrecer concideraciones iniciales en cuanto a la creación de indicadores de base espiritual para el desarrollo con la esperanza de que pueda lanzarse un proceso consultativo en que el trabajo difícil, y a la vez meritoriosa, de conceptualizar y desarrollar tales indicadores se comience en serio.
I. Una Perspectiva Bahá'í en cuanto al Desarrollo
El desarrollo, según el punto de vista bahá'í, es un proceso orgánico en el que "lo espiritual se expresa y se realiza en lo material". El desarrollo significativo requiere que el proceso aparentemente antitético del progroso individual y avance social, de globalización y decentralización, y de promover las pautas universales y fomentar la diversidad cultural, se armonicen. En nuestro mundo más y más interdependiente, los esfuerzos de desarrollo tienen que ser guiados por una visión del tipo de comunidad mundial que deseamos crear y animarse por un conjunto de valores universales. Instituciones justas, desde el nivel local hasta el nivel planetario, y sistemas de gobierno en los que la gente puede asumir responsabilidad por las instituciones y los procesos que afectan sus vidas, también son escenciales.
Bahá'u'lláh enseña que el reconocimiento del principio espiritual fundamental de nuestra época, la unicidad de la humanidad, tiene que estar al corazón de una nueva civilización. La aceptación universal de este principio tanto requerirá como posibilitará la reestructuración mayor de los sistemas educativos, sociales, agrícolas, industriales, económicas, legales y políticas del mundo. Esta reestructuración, la cual tiene que ordenarse por un diálogo contínuo e intensivo entre los dos sistemas de conocimiento disponible a la humanidad - la ciencia y la religión - facilitarán la emergencia de la paz y la justicia en todo el mundo.
Las comunidades que prosperan en este futuro lo harán debido al hecho de que reconocen la dimensión espiritual de la naturaleza humana y hacen del desarrollo moral, emocional, físico, e intelectual del individuo su prioridad central. Garantizarán la libertad de credo y alentarán el establecimiento de lugares de adoración. Sus centros de aprendizaje buscarán cultivar las potencialidades sin límite latentes en la consciencia humana y perseguirán como meta principal la participación de todos los pueblos en la generación y la aplicación del conocimiento. Recordando siempre que los intereses del individuo y de la sociedad son inseparables, estas comunidades promoverán el respeto tanto por los derechos como por las responsabilidades, fomentarán la igualdad de mujeres y hombres y el que sean socios, y protegerán y cuidarán a la familia. Promoverán la belleza, tanto natural como hecho por el hombre, e incorporarán en su diseño los principios de la preservación y la rehabilitación ambiental. Guiados por el concepto de la unidad en la diversidad, apoyarán la amplia participación en los asuntos de la sociedad, y más y más se fijarán en líderes que estén motivados por el deseo de servir. En estas comunidades los frutos de la ciencia y la tecnología beneficiarán a toda la sociedad, y habrá trabajo disponible para todos.
Tales comunidades resultarán ser los pilares de una civilización mundial - una civilización que será la culminación lógica de los esfuerzos de desarrollo de la humanidad a través de largos trechos de tiempo y geografía. La aseveración de Bahá'u'lláh de que toda persona es "creada para llevar adelante una civilización en contínuo progreso", implica que toda persona tiene tanto el derecho como la responsabilidad de contribuir a esta empresa colectiva de largo alcance, cuya meta es nada menos que la paz, la prosperidad y la unidad de toda la familia humana.
Los bahá'ís son optimistas de que tal futuro es inevitable, y de hecho, que ya ha comenzado a surgir. También son realistas, comprendiendo que el progreso hacia este futuro requerirá de la humanidad una enorme cantidad de perseverancia, sacrificio y cambio. La velocidad y el costo precisos de este progreso se determinará en gran parte por las acciones, en los años del porvenir inmediato, de los gobiernos, de organizaciones multilaterales, del sector privado, de las organizaciones de la sociedad civil, y de individuos claves. Al esforzarse hacia este futuro, todos los concernientes deben comprender claramente lo que están buscando y deben siempre ser vigilantes por medio de la reflexión propia y la evaluación propia si han de llegar a ser participantes constructivos en este proceso. Por lo tanto, son necesarios metas claras, políticas y pautas significantes, programas identificados, e indicadores de progreso acordados, si es que el avance hacia el futuro común de la humanidad ha de trazarse y si han de determinarse y realizarse correcciones regulares a ese curso.
Mientras que cada uno de estos elementos - metas, políticas, pautas, programas, e indicadores relevantes - es crítico para los esfuerzos por crear tal futuro, el trabajo actual se dirige a la importancia de la creación de indicadores de base espiritual para asesorar, y finalmente ayudar a guiar el progreso de desarrollo.
II. Indicadores de Desarrollo: Su Valor y Uso
El concepto de indicadores se define de varias maneras, y los términos criterios, punto de referencia, e indicador a menudo se usan intercambiablemente, aunque no necesariamente significan lo mismo. Para el propósito de este trabajo el término indicador se usará para referirse a "una medida cuantitativa, cualitativa o descriptiva que, al ... comprobarse periódicamente" puede mostrar la calidad, la dirección, el paso y los resultados de cambio.
Los indicadores pueden armarse de varias formas. Por ejemplo, los indicadores relacionados por tópico que midan progreso en la salud, educación, o agricultura pueden agruparse en una tabla de medidas (un conjunto de indicadores). Los mismos indicadores pueden recopilarse en un índice y así presentarse como una sola medida compuesta tal como perspectiva de índice de salud, índice de educación, o índice de seguridad de comida. O bien, una amplia gama de indicadores relacionadas a varios fenómenos puede expresarse en una sola medida, tal como "índice de mortalidad infantil".
Rara vez puede un indicador permanecer solo como fuente de información significativa. El progreso no es un evento ni una estadística, sino un proceso - una tendencia compuesta de numerosos factores. No puede expresarse por una sola medida ni referencia a un solo momento en la historia. Por lo tanto, los indicadores deben colocarse en un contexto temporal específico y correlacionarse con medidas de otros factores relacionados.
En todo el mundo varios actores usan indicadores, desde las agencias de las Naciones Unidas (ONU), gobiernos y grupos comunitarios hasta negocios, instituciones educacionales, grupos de política y académicos. Los indicadores no cambian la realidad, pero sí ayudan a formar la manera en que la percibimos, y sirven para forjar un entendimiento del desarrollo en común. Por lo tanto, son de importancia fundamental para un mundo complejo y de veloz cambio. Por ejemplo, pueden usarse para hacer gráficas de tendencias e indicar relaciones, ayudando así a definir asuntos y clarificar desafíos que puede confrontar una sociedad en particular. Proveen información que puede indicar una necesidad de ajustes y correcciones a políticas, metas, prioridades, programas, actitudes, y comportamientos. Los indicadores pueden usarse a llamar la atención a asuntos particulares, a crear consciencia pública con compromiso y activismo en torno a necesidades y desafíos específicos. Pueden sugerir una asignación más equitable de recursos limitados, o causar un cambio de recursos de una área a otra donde haya una necesidad identificada y urgente. Por ende, en un sentido muy real, "los indicadores no sólo comprueban el progreso; sino que hacen que ocurra."
Por el otro lado, existen numerosos fallos y dificultades asociados con los indicadores. Por ejemplo, las estadísticas, que sirven como base de la mayoría de los indicadores, pueden ser sujeto de varias configuraciones e interpretaciones. Muchos conjuntos de indicadores son estáticos en el tiempo; otros son muy estrechos en su enfoque, sin embargo se usan para representar el estado de bienestar y progreso de una comunidad. Además, demasiado a menudo los indicadores no se emparejan con metas ni se miran por la lente de proceso histórico.
El estado de indicadores de desarrollo actualmente
Actualmente, existen numerosos esfuerzos notables, muchos de los cuales aún se encuentran en la fase de concepto, para extender las fronteras de lo que se valora y se mide, para hacer que los indicadores de desarrollo reflejan más de lo que realmente constituye el progreso individual y comunitario. Estos esfuerzos, que involucran una diversidad de organizaciones, instituciones e individuos a todo nivel de la sociedad, están intentando definir y medir el progreso en términos de conceptos tales como capital humana, capital social, cultura, integración social, y bienestar comunitario.
Por ejemplo, el Informe de Desarrollo Humano anual del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, con su Indice de Desarrollo Humano, ha sido instrumental en ampliar la gama y el alcance de indicadores de desarrollo que se consideran dentro del sistema de la ONU y por los gobiernos en todo el mundo. Los planes de acción global que surgieron de las mayores conferencias de la ONU en esta década han ayudado a cambiar el punto de vista dominante del desarrollo de un proceso de arriba hacia abajo, en general dirigido tecnológica y económicamente, a uno en el que la gente y las comunidades en medida creciente definen y se asumen responsabilidad por su propio progreso. Estos planes de acción han hecho un llamado por la creación y el uso de indicadores que capturan este enfoque emergente sobre la gente y las comunidades. En una serie de Trabajos Ocasionales Conjuntos recientemente emitidos por el Instituto de Investigación para el Desarrollo Social de la ONU (UNRISD) y la Organizació Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas (UNESCO), el concepto de indicadores culturales, incluyendo el bienestar individual y social, y la abilidad de la gente por vivir juntos, se explora dentro de varios marcos. El Banco Mundial mismo ha estado a la delantera del desarrollo del concepto de capital social y está buscando formas de medirla. Además, las OONGG, fundaciones y grupos comunitarios han iniciado varios proyectos de indicadores que buscan medir, y así valorar, el desarrollo centrado en la gente y la comunidad; estos proyectos a menudo involucran la comunidad en la concepción y el desarrollo de indicadores.
Por importantes que sean estos esfuerzos, son sólo pasos preliminares en el proceso de trazar una nueva dirección para la familia humana. No sólo es necesario expandir estos procesos grandemente, sino también hay que explorar y desarrollar nuevos acercamientos a la conceptualización y la medida tanto los aspectos tangibles como los intangibles del desarrollo. Hay que examinar minuciosamente las nociones de lo que constituyen medidas eficaces del desarrollo para determinar la medida a la cual toman en cuenta lo que es central al propósito y la motivación humanos.
En las siguientes secciones, tal acercamiento - el desarrollar indicadores de base espiritual para el desarrollo - se considera. Mientras que en esta sección se usa el tiempo presente del verbo, debe tenerse en cuenta que estos indicadores están todavía por construirse. Además, este trabajo tiene solamente la intensión de ser una exploración inicial de algunos de los elementos de tales indicadores, y no es un intento por construirlos cabalmente.
III. Indicadores de Base Espiritual para el Desarrollo: Consideraciones Iniciales
La idea de desarrollar indicadores de base espiritual para el desarrollo es oportuno. Se están sentando las bases, en parte, por un número creciente de esfuerzos por hacer que los valores y los principios espirituales se consideren seriamente en el desarrollo. Además, el concepto de la espiritualidad y los valores espirituales, una vez casi tabú en la mayoría de las deliberaciones de la ONU relacionadas al desarrollo, actualmente está articulándose a los más altos niveles.
Los indicadores de base espiritual asesoran el progreso de desarrollo como una función de la aplicación de principios espirituales. Estos indicadores están basados en principios universales que son escenciales al desarrollo del espíritu humano, y por lo tanto, al progreso individual y colectivo. Estas medidas emergen de una visión del desarrollo en la que el progreso material sirve como vehículo para el avance espiritual y cultural.
Los indicadores de base espiritual ayudan a establecer, clarificar y prioritarizar las metas, políticas, y programas. Al centro de su conceptualización se encuentra el entendimiento de que la naturaleza humana es fundamentalmente espiritual y los principios espirituales que resuenan con el alma humana, proveen un enorme poder de motivación para el sacrificio y el cambio. Por lo tanto, los pueblos del mundo estarán mucho más dispuestos a apoyar políticas y programas que emergen del desarrollo de indicadores basados en principios espirituales, que a endosar objetivos e iniciativas que están basadas en una concepción de la vida puramente materiales. Así pues, el uso de estas medidas podría ayudar a transformar no sólo la visión sino también la práctica en sí del desarrollo.
Los componentes de un indicador de base espiritual incluyen una visión de un futuro pacífico y unido; el (los) principio(s) escogido(s) cruciales a la realización de tal futuro; el área de política al cual se dirige el (los) principio(s); y la meta hacia la cual la medida asesora el progreso. El indicador es cuantitativamente o cualitativamente medible y verificable, y se puede adaptar dentro de una gran diversidad de contextos sin violar la integridad del (de los) principio(s) involucrados.
La sección siguiente explora brevemente cinco principios que pueden usarse en la construcción de indicadores de base espiritual del desarrollo.
IV. Indicadores de Base Espiritual: Cinco Principios Fundamentales
Basado en la visión de una civilización global justa, unida y sostenible, se presentan cinco principios espirituales que son fundamentales a la realización de tal futuro. Aunque no son los únicos principios necesarios para considerar, se siente que éstas cinco contienen suficiente diversidad de conceptos para servir como punto de partida para con este esfuerzo. En algunos casos se emparejan dos principios estrechamente relacionados. Ya que el intento de esta sección es meramente sugerir algunos principios que se puedan explorar, cada uno se trata brevemente. Sin embargo, ya que estos principios son la base misma de los indicadores que han de construirse, sería importante en extremo el que se definan claramente en la fase inicial del trabajo. Los cinco principios son
1. la unidad en la diversidad;
2. la equidad y la justicia;
3. la igualdad de los sexos;
4. la confiabilidad y el liderazgo moral; y
5. la búsqueda independiente de la verdad.
1. La Unidad en la Diversidad
Lejos de dirigirse a la subversión de las bases existentes de la sociedad, ello [el principio de la unicidad de la humanidad] busca expandir sus bases, a remoldear sus instituciones de una manera consonante con las necesidades de un mundo en contínuo cambio. No puede confligir con lealtades legítimas algunas, ni puede socavar lealtades escenciales. Su propósito no es ni apagar la llama de un patriotismo sano e inteligente en los corazones del hombre, ni abolir el sistema de autonomía nacional tan escencial si los peligros de la centralización excesiva han de evitarse. No ignora, ni intenta suprimir, la diversidad de orígenes étnicos, de clima, de historia, de lenguage y tradición, de pensamiento y costumbre, que diferencian a los pueblos y naciones del mundo. Hace un llamado para una lealtad más amplia, para una aspiración mayor que cualquiera que haya animado a la raza humana. Insiste en la subordinación de los impulsos e intereses nacionales a los reclamos imperativos de un mundo unificado. Repudia la centralización excesiva por una parte, y rechaza cualquier intento por la uniformidad por otra. Su consigna es la unidad en la diversidad.
El concepto de la unidad en la diversidad es una forma de expresar el principio de la unidcidad de la humanidad, según se abraza por las Enseñanzas Bahá'ís. La unidad en la diversidad se encuentra en contraste con la uniformidad. Abriga la diversidad natural de temperamento y talentos entre los individuos al igual que las variadas experiencias, culturas y puntos de vista de la humanidad, ya que contribuyen al progreso y al bienestar de la familia humana. Parecido al papel desempeñado por los genes comunes en la vida biológica de la humanidad y su ambiente, la inmensa riqueza de la diversidad cultural alcanzada en los miles de años es vital al desarrollo de la raza humana que está llegando a su madurés colectiva. Representa una herencia que nos enriquece a todos y que tiene que permitirse dar sus frutos en una civilización global. La aceptación del concepto de la unidad en la diversidad, por lo tanto, implica el desarrollo en el individuo de una consciencia global, un sentido de ciudadanía mundial, y un amor por la humanidad en su totalidad. En este aspecto, cada individuo necesita comprender que, ya que el cuerpo de la humanidad es uno e indivisible, cada miembro de la raza humana nace en el mundo como un fideicomiso de la totalidad y que la ventaja del parte en una sociedad mundial es mejor servida al promover la ventaja de la totalidad.
2. La Equidad y la Justicia
La justicia y la equidad son Guardianes gemelos que vigilan al hombre. De ellas se revelan tales palabras benditas y perspicaces como las que son la causa del bienestar del mundo y la protección de las naciones.
La equidad es la justicia, la pauta por la cual cada persona y grupo es capaz de maximizar el desarrollo de sus capacidades latentes. La equidad difiere de la igualdad absoluta en que no dicta que todos se traten exactamente de la misma manera. Mientras que todos están dotados de talentos y habilidades, el desarrollo cabal de estas capacidades puede requerir diferentes enfoques. Es la equidad lo que asegura que se distribuyan justamente el acceso y la oportunidad para que este desarrollo pueda realizarse.
La equidad y la justicia son guardianes gemelos de la sociedad. La equidad es la pauta por la cual se deben hacer las decisiones de política y compromiso de recursos. La justicia es el vehículo por medio del cual se aplica la equidad, su expresión práctica en la vida del individuo y de la sociedad. Es sólo por la realización de la verdadera justicia que se establecerá la confianza entre los diversos pueblos, culturas, e instituciones de un mundo más y más interdependiente.
Las Enseñanzas Bahá'ís aseveran que los pilares de la justicia son el castigo y la recompensa. Aquellos que actúen justamente merecen recompensa, ya sea tangible o intangible, por tal comportamiento. Aquellos que actúen injustamente necesitan la sanción apropiada tanto para detener la injusticia como para salvaguardar su propio bienestar espiritual.
3. La Igualdad de los Sexos
El mundo de la humanidad posee dos alas: el hombre y la mujer. Mientras estas dos alas no estén equivalentes en fuerza, el pájaro no volará. Hasta que la mujer logre el mismo grado que el hombre, hasta que ella disfrute de la misma esfera de actividad, no se realizarán logros extraordinarios para la humanidad; la humanidad no puede ascender a las alturas del logro verdadero.
El principio de la igualdad de los sexos es fundamental a todo pensamiento realista en cuanto al futuro bienestar de la tierra y sus pueblos. Representa una verdad sobre la naturaleza humana que ha esperado en gran medida sin reconocerse por las largas épocas de la niñez y la adolescencia de la humanidad. Cualesquier inequidades sociales pueden haberse dictado por los requisitos de supervivencia del pasado, claramente no pueden justificarse en un momento en que la humanidad se encuentra al umbral de la madurés.
La negación de la igualdad perpetúa una injusticia hacia la mitad de la población humana y promueve en el hombre actitudes y hábitos dañinos que se llevan de la familia al lugar del trabajo, a la vida política, y finalmente a las relaciones internacionales. No existe base alguna, ya sea moral, práctica, ni biológica, en la cual puede justificarse tal negación. Sólo en la medida en que a la mujer se le acepte como compañera cabal en todo campo del esfuerzo humano se creará el clima moral y psicológica en que la paz puede emerger, y se desarrolle y florezca una civilización mundial justa y unida. Por lo tanto, un profundo compromiso al establecimiento de la igualdad entre el hombre y la mujer, en todo departamento de la vida y a todo nivel de la sociedad, será escencial al avance de la humanidad.
4. La Confiabilidad y el Liderazgo Moral
Ante la vista de Dios, la confiabilidad es la base de Su Fe y el fundamento de toda virtud y perfección. Un hombre que esté privado de esta cualidad está desprovisto de todo. ¿De qué valdrán la fe y la piedad si falta la confiabilidad? ¿Qué importancia pueden tener? ¿Qué beneficio o ventaja pueden conferir?
De las múltiples virtudes en los Escritos Bahá'ís a los cuales se exhorta a los individuos a cultivar, la confiabilidad es de primer rango. Bahá'u'lláh asevera que la tranquilidad y la seguridad del mundo, la estabilidad de todo asunto - de toda transacción humana, de todo contrato negociado, de todo esfuerzo promulgado - dependen de ella. Ya sea en el hogar, en el trabajo, en la comunidad o en los negocios o en los asuntos políticos, la confiabilidad yace al centro de todo intercambio y compromiso constructivo. Es la clave al mantenimiento de la unidad entre diversos pueblos y naciones. Por lo tanto, todo esfuerzo de desarrollo tiene que incluir como objetivo primario la inculcación de la confiabilidad en los individuos, las comunidades y las instituciones involucradas.
Aquellos que ejercen la autoridad tienen una gran responsabilidad de ser merecedores de la confianza pública. Los líderes - incluyendo los que se encuentran en el gobierno, la política, los negocios, la religión, la educación, los medios de comunicación, las artes y las organizaciones comunitarias - tienen que estar dispuestos a ser responsables ante todos por la manera en que ejercen su autoridad. La confiabilidad y una moralidad activa tienen que ser la base de todo liderazgo si ha de realizarse el verdadero progreso. El liderazgo moral, el liderazgo del futuro, encontrará su máxima expresión en el servicio a los demás y a la comunidad en general. Fomentará la toma de decisiones colectiva y la acción colectiva y se motivará por un compromiso a la justicia, incluyendo la igualdad de mujeres y hombres, y al bienestar de toda la humanidad. El liderazgo moral se manifestará en la adherencia a una sola pauta de conducta tanto en vida pública como en la privada, para los líderes y ciudadanos por igual.
5. La Investigación Independiente de la Verdad
Todas las naciones del mundo tienen que investigar para la verdad independientemente y virar sus ojos de las ciegas imitaciones moribundas de épocas pasadas enteramente. La verdad es una cuando se investiga independientemente, no acepta división. Por lo tanto la investigación independiente de la verdad llevará a la unicidad del mundo de la humanidad.
No existe contradicción alguna entre la verdadera religión y la ciencia.
La realidad es una, y cuando la verdad de investiga y se acierta, llevará al progreso individual y colectivo. En la búsqueda de la verdad, la ciencia y la religión - los dos sistemas de conocimiento disponibles a la humanidad - tienen que actuar recíprocamente estrecha y contínuamente. Los vislumbres y las destrezas que representan el logro científico deben mirar hacia la fuerza de compromiso espiritual y principio moral para asegurar su aplicación apropiada.
El desarrollo espiritual incluye la investigación de la verdad por uno mismo. La reflexión contínua, basada en la experiencia al aplicar esta verdad, es crítica al proceso de desarrollo espiritual. Para la investigación colectiva de la verdad y la toma de decisiones en grupo, la consulta, que toma su fuerza del grupo y fomenta la unidad de propósito y de acción, es indispensable. Las instituciones y aquellos que se encuentren en posiciones de autoridad bien deberían crear condiciones condujentes a la significativa investigación de la verdad, mientras fomentan el entendimiento de que la felicidad humana y el establecimiento de la paz, la justicia y la unidad son las metas máximas de tal investigación.
V. Indicadores de Base Espiritual: Cinco Areas de Política Prioritaria
Esta sección examina brevemente las cinco áreas de política en que los principios espirituales identificados anteriormente pueden aplicarse para generar metas, y eventualmente, indicadores de base espiritual para medir el progreso hacia estas metas.
Al igual que con los principios espirituales discutidos, estas áreas de política están entreconectadas y, en algunos casos, se solapan. Por lo tanto, las iniciativas en una área requerirán acción en otras. Las cinco áreas consideradas brevemente en lo que sigue son
1. el desarrollo económico;
2. la educación;
3. el fideicomiso ambiental;
4. el llenar las necesidades básicas en el alimento, la nutrición, la
salud y el albergue; y
5. la gubernancia y la participación.
1. El Desarrollo Económico
La riqueza es digna de alabanza en el más alto grado, si es adquirida por los esfuerzos propios de un individuo y por la gracia de Dios, en el comercio, la agricultura, el arte y la industria, y si se gasta para propósitos filantrópicos. Ante todo, si un individuo sensato e ingenioso iniciara medidas que universalmente enriquecieran a las masas de los pueblos, no existiría emprendimiento mayor que este, y tendría el rango ante la vista de Dios del logro supremo, pues tal benefactor supliría las necesidades y aseguraría la comodidad y el bienestar de una gran multitud. La riqueza es muy comendable, siempre y cuando la población entera es rica. Sin embargo, si unos pocos tienen riqueza extrema mientras que los demás están empobrecidos, y no hay fruto ni beneficio de esa riqueza, entonces es sólo una sujeción a su poseedor. Por otra parte, si se gasta en la promoción del conocimiento, la fundación de escuelas elementales y otras, el fomento del arte y la industria, la capacitación de los huérfanos y los pobres - en breve, si se dedica al bienestar de la sociedad - su poseedor sobresaldrá ante Dios y el hombre como el más excelente de todos los que habitan la tierra y se contará como uno de las personas del paraíso.
Central a la tarea de la reconceptualización de la organización de los asuntos humanos es la realización de un entendimiento apropiado del papel de la economía. La falta de poner la economía en el contexto más amplio de la existencia social y espiritual de la humanidad ha llevado a un materialismo corrosivo en las regiones de mayor ventaja económica en el mundo, y condiciones persistentes de privación entre las masas de los pueblos del mundo. La economía debería servir las necesidades de los pueblos; no se debe esperar que las sociedades se reformulen para servir a los modelos económicos. La función última de los sistemas económicos debe ser el de equipar a los pueblos y las instituciones del mundo con los medios para lograr el propósito verdadero del desarrollo: es decir, la cultivación de las ilimitadas potencialidades latentes en la consciencia humana.
La sociedad debe desarrollar nuevos modelos económicos formados por vislumbres que surgen de un entendimiento favorable de experiencia compartida, de ver a los seres humanos en relación unos a otros, y de un reconocimiento del papel central que realizan la familia y la comunidad en el bienestar social y espiritual. Deben reasesorarse las prioridades dentro de instituciones y organizaciones. Los recursos deben dejar de dirigirse a aquellas agencias y programas que son dañinas al individuo, a las sociedades, y al ambiente, y dirigirse hacia aquellas relacionadas a fomentar un dinámico orden social justo y próspero. Tales sistemas económicos serán firmemente altruístas y cooperativas por naturaleza; proveerán empleo significativo y ayudarán a erradicar la pobreza en el mundo.
2. La Educación
El requisito primario y más urgente es la promoción de la educación. Es inconcebible que cualquier nación lograrala prosperidad y el éxito a menos de que esta preocupación suprema y fundamental se lleve adelante. La razón principal por la decadencia y la caída de los pueblos es la ignorancia. Actualmente las masas de los pueblos están mal informados de hasta los asuntos ordinarios, cuanto menos comprenden el núcleo de los problemas importantes y necesidades complejas del momento.
El desarrollo de una sociedad global exige el cultivo de capacidades mucho más allá cualquier cosa que la raza humana ha podido lograr hasta el momento. Los desafíos por delante requerirán una enorme expansión en el aceso al conocimiento de parte tanto de los individuos como de las organizaciones. La educación universal será contribuyente indispensable a este proceso de formación de capacidad, pero el esfuerzo sólo tendrá éxito en la medida en que tanto los individuos como los grupos en cada sector de la sociedad tengan la abilidad de adquirir conocimiento y aplicarlo a la formación de asuntos humanos.
La educación tiene que durar toda la vida. Debe ayudar a las personas a desarrollar el conocimiento, los valores, las actitudes, y las destrezas necesarias para ganarse la vida y a contribuir con confianza y constructivamente a la formación de comunidades que reflejen los principios de la justicia, la equidad y la unidad. También deberá ayudar al individuo a desarrollar un sentido de lugar y comunidad, basado en lo local, pero que abarque el mundo entero. La educación exitosa cultivará las virtudes como el fundamento para el bienestar personal y colectivo, y creará en los individuos un profundo sentido de servicio y un compromiso activo al bienestar de sus familias, sus comunidades, sus países, y de hecho, toda la humanidad. Alentará la reflexión propia y el pensar en términos de proceso histórico, y promoverá el aprendizaje inspiracional por medio de medios tales como la música, las artes, la poesía, la meditación y la interacción con el ambiente natural.
3. El Fideicomiso Ambiental
No podemos segregar al corazón humano del ambiente fuera de nosotros y decir que una vez se reforme uno de éstos todo mejorará. El hombre es orgánico con el mundo. Su vida interior forma el ambiente y a la vez es afectada profundamente por el. Uno actúa sobre el otro y todo cambio duradero en la vida del hombre es el resultado de una de estas reacciones mutuas.
Los Escritos Bahá'ís describen a la naturaleza como un reflejo de lo sagrado. Enseñan que la naturaleza debe valorarse y respetarse, pero no alabarse; sino que deberá servir a los esfuerzos de la humanidad por llevar adelante una civilización en contínuo progreso. Sin embargo, a la luz de la interdependencia de todas las partes de la naturaleza, y la importancia de la evolución y la diversidad "para con la belleza, eficiencia y perfección del todo," deberá hacerse todo esfuerzo por preservar en la medida posible la bio-diversidad y el orden natural de la tierra.
Como administradores, y fideicomisarios, de los vastos recursos y la diversidad biológica del planeta, la humanidad debe aprender a hacer uso de los recursos naturales de la tierra, tanto los renovables como los no-renovables, de manera tal que asegure el que sea sostenible y la equidad a lo largo del tiempo. Esta actitud de fideicomiso requerirá completa consideración de las consequencias ambientales potenciales de toda actividad de desarrollo. Compelerá a la humanidad a que balancee sus acciones con moderación y humildad, dándose cuenta de que el verdadero valor de la naturaleza no puede expresarse en términos económicos. También requerirá un profundo entendimiento del mundo natural y su papel en el desarrollo colectivo de la humanidad - tanto material como espiritual. Por lo tanto, la administración ambiental sostenible tiene que verse no como un compromiso discrecionario que la humanidad puede considerar contro otros intereses competidores, sino como responsabilidad fundamental que tiene que aceptarse - un prerequisito del desarrollo espiritual al igual que la supervivencia física del individuo.
4. El Llenar las Necesidades Básicas en la
Comida, la Nutrición, la Salud, y el Albergue
En una sociedad mundial tal ... los recursos económicos del mundo se organizarán, sus fuentes de materia prima se aprovecharán y se usarán cabalmente, sus mercados se coordinarán y se desarrollarán, y la distribución de sus productos se regulará equitativamente ... La enorme energía disipada y desperdiciada en la guerra, ya sea económica o política, se consagrará a tales fines como para extender la variedad de invenciones humanas y desarrollo técnico, a aumentar la productividad de la humanidad, al exterminio de la enfermedad, a la extensión de la investigación científica, a la mejora de la pauta de salud física, al refinamiento y agudizamiento del cerebro humano, a la explotación de los recursos no usados y no sospechados del planeta, a la prolongamiento de la vida humana y al progreso de cualquier otra agencia que pueda estimular la vida intelectual, moral, y espiritual de toda la raza humana.
Los asuntos de comida, nutrición, salud y albergue son centrales al desafío de proveer un adecuado nivel de vida para todos los miembros de la familia humana. Sin embargo, estos asuntos no pueden enfrentarse únicamente como problemas técnicos ni económicos. El eliminar el hambre y la mala nutrición; el establecer la seguridad de comida; el proveer albergue adecuado; y el lograr la salud para todos requerirá un cambio en valores, un compromiso a la equidad, y una correspondiente reorientación de políticas, metas y programas.
Existen las tecnologías y los recursos para satisfacer las necesidades básicas de la humanidad y para eliminar la pobreza. Sin embargo, la equidad en el uso de estas tecnologías y recursos solamente sucederá con ciertos entendimientos y compromisos. Mientras que los individuos deben hacer lo más que puedan para proveer sus propias necesidades y las de sus dependientes, la comunidad tiene que aceptar la responsabilidad, cuando sea necesario, de ayudar a satisfacer las necesidades básicas. El acceso a los programas de desarrollo y sus beneficios tienen que asegurarse para todos. La economía de la producción y distribución de comida tendrá que reorientarse y el papel crítico del agricultor en la seguridad económica y de comida valorarse apropiadamente. En cuanto a la salud - el bienestar físico, espiritual, mental y social del individuo - el acceso a agua limpia, a albergue, y a algún tipo de energía barata ayudaría mucho en la erradicación de los problemas que actualmente atormentan a un vasto número de individuos y comunidades. Debe reconocerse, sin embargo, que alguas enfermedades reflejan el malsano comportamiento humano. Por lo tanto, el incluir al desarrollo moral en la educación ayudaría a reducir significativamente ciertos problemas de salud actuales.
5. El Gobiernar y la Participación
Bendito es el gobernante quien socorre al cautivo, y el rico que cuida al pobre, y el justo quien obtiene del hacedor de mal los derechos de los desposeídos, y feliz el fideicomisario quien observa aquello que el Ordenador, el Anciano de los Días ha prescrito para él.
El buen gobiernar es escencial al progreso social. Mientras que el gobiernar a menudo se iguala al gobierno, de hecho involucra mucho más. El gobernar ocurre a todo nivel y abarca las formas en que el gobierno formal, los grupos no-gubernamentales, las organizaciones comunitarias, y el sector privado manejan recursos y asuntos. El buen gobernar es necesario si las comunidades han de mantener su equilibrio, manejarse por entre las dificultades, y responder creativamente a los desafíos y a las oportunidades por delante. Tres factores que en gran medida determinan el estado de el gobernar son la calidad de liderazgo, la calidad de los gobernados, y la calidad de las estructuras y los procesos existentes. Hay un consenso internacional emergente sobre las características centrales del buen gobernar, especialmente en relación al gobierno formal. Estas características incluyen la democracia, la soberanía de la ley, la responsabilidad, la transparencia y la participación por la sociedad civil.
Sin embargo, este consenso tiene que expandirse para abarcar una apreciación del papel que tiene que asumir el gobernar en la promoción del bienestar espiritual y material de todos los miembros de la sociedad. El gobernar tiene que guiarse por valores universales, incluyendo una ética de servicio al bien común. Tendrá que dar lugar a la participación significativa de los ciudadanos en la conceptualización, el diseño, la implementación, y la evaluación de programas y políticas que los afecten. Deberá tratar de realzar la abilidad de la gente de manejar el cambio y deberá ofrecer oportunidades a que aumenten sus capacidades y su sentido de valor. Tendrá que proveer los mecanismos para el acceso equitativo a los beneficios de programas y políticas, a la educación y a la información, y a las oportunidades para el aprendizaje vitalicio. Además, tiene que ayudar a asegurar el que los medios noticiosos sean activos, vibrantes y veraces. También tendrá que establecerse a nivel global un sistema de gobernar verdaderamente participatorio.
VI. Desarrollando Indicadores de Base Espiritual: Tres Ejemplos
Esta sección ofrece tres ejemplos breves de cómo los indicadores de base espiritual podrían construirse. Finalmente tales indicadores se necesitarán a todo nivel - local, nacional, y global.
El primer ejemplo de un indicador de base espiritual explora la aplicación del principio de la unidad en la diversidad a la norma educativa. Comenzando con una visión de desarrollo que acepte tanto la posibilidad como la necesidad de un mundo unido y pacífico, la unidad en la diversidad se identifica como un principio espiritual escencial a la realización de ese futuro. Entonces se escoge un área de norma: en este caso, la educación. Al considerar el principio de la unidad en la diversidad en la educación, surgen numerosas posibilidades para normas, metas y programas, varios de los cuales podría perseguirse. Sin embargo, en este ejercicio se limitará la consideración a una sola meta: el fomentar en los estudiantes una consciencia global - una consciencia inherente en el principio de la unidad en la diversidad.
Un programa educativo para promover tal consciencia pudiera incluir, pero no limitarse a, el cultivo de una apreciación por la riqueza y la importancia de los diversos sistemas culturales, religiosos, y sociales del mundo, y criar el sentimiento de pertenencia a y responsabilidad hacia la comunidad mundial. También podría incluir el estudio de las contribuciones significantes que las naciones del mundo están haciendo al progreso colectivo de la humanidad por medio de la participación en tales foros internacionales como las Naciones Unidas, por medio de tales acuerdos como los numerosos tratados de derechos humanos y los planes de acción global de la ONU, y por medio de iniciativas internacionales tales como los Sitios de Herencia Mundial.
Para poder asesorar el progreso hacia esta meta, uno podría medir el porcentaje de tiempo - tanto dentro de clase como dentro de programas después de la escuela - dedicado a temas o actividades que fomenten la consciencia global. Otra medida podría ser un análisis de contenido de libros de texto para determinar el porcentaje de espacio que se dedica al tema. Otra medida más podría ser la prevalencia de tales temas en los currículos de los institutos de capacitación de maestros. Y otra podría involucrar las actitudes y el conocimiento de los estudiantes (y maestros) en cuanto a estos temas, según se miden por encuestas. Este ejercicio podría ir más allá: varias de estas medidas podrían combinarse en un índice general, o podrían reunirse como un conjunto de indicadores relacionados a la meta de fomentar una consciencia global en los estudiantes.
Un segundo ejemplo de indicadores de base espiritual explora la aplicación de los principios de la equidad y la justicia a las normas de desarrollo económico. Al seguir el mismo proceso del primer ejemplo, los principios principales se identifican como la equidad y la justicia; el desarrollo económico se escoge como el área de norma; y la meta que se escoge es la de eliminar la pobreza dentro de y entre las naciones del mundo. Obviamente ésta es una meta de varias facetas. Para los propósitos de este ejemplo, sólo se considerará la diferencia entre las naciones, aunque la distribución de riqueza dentro de las naciones tiene que verse si la pobreza del mundo ha de eliminarse. Además, solamente la pobreza en lo que concierne los ingresos se investigará. Una premisa de esta meta es que existen recursos suficientes en el mundo para satisfacer las necesidades de todos, pero que el eliminar la pobreza requerirá moderar el consumo y la acumulación, el establecer relaciones de comercio justas y equitativas, y el quitar el peso de excesiva deuda nacional.
Hay disponibles numerosas medidas de diferencia de ingreso que muestran donde se encuentran países individuales en una serie continua. La mayoría de éstas podrían usarse como medidas, si se tomaran a lo largo del tiempo, para determinar si la diferencia entre las naciones más prósperas económicamente y las menos se está reduciendo. Tendrá que establecerse una base de lo que constituye la pobreza económica de cara al ingreso nacional per cápita para poder determinar el progreso hacia la eliminación de la pobreza. Otra medida podría pesar los beneficios económicos que surgen de oportunidades de comercio que favorecen a las naciones más pobres. Y otra medida podría calcular, en términos del ingreso per cápita, los efectos de los pasos tomados por las naciones, ya sea individual o colectivamente, por reducir, o bien eliminar, las deudas exitentes bilaterales y multilaterales que tienen los países desheredados económicamente.
Un tercer ejemplo de indicadores de base espiritual explora la aplicación del principio de la investigación independiente de la verdad en las normas en el área de gobernar y participación. En este caso se identifica como el principio básico la investigación independiente de la verdad; el área de norma escogido es el gobernar y la participación; y la meta es la de fomentar el uso efectivo de la consulta de amplia base en la formulación e implementación de normas y programas de desarrollo. La consulta se entiende como un proceso de toma de decisiones colectivo que maximiza la participación por todo segmento de la comunidad y busca llegar a la verdad de un asunto dado. El lograr esta meta requerirá que se establezcan mecanismos y se abran avenidas para que los miembros de la comunidad participen significativamente en la conceptualización, el diseño, la implementación y la evaluación de las normas y los programas que les afectan.
El progreso hacia esta meta será mucho más difícil de determinar que el progreso hacia las metas en los ejemplos anteriores. Las medidas podrían incluir encuestas para determinar la medida de participación individual en toda fase del desarrollo, y el grado al cual los individuos ven que su contribución al progreso comunitario sea significativo y seguido. Esta medida tendría que tomar en cuenta el porcentaje de la comunidad involucrada y el grado de participación por aquellos miembros comunitarios típicamente excluídos, incluyendo a la mujer, las minorías y los ancianos. Otra medida podría determinar la existencia de estructuras y procesos formales e informales que facilitan las iniciativas colaborativas, y el número y la frequencia de reuniones realizadas, o el porcentaje de la comunidad involucrada con cualquiera de estos mecanismos.
Obviamente los ejemplos anteriores no tienen los detalles necesarios para poner en operación los indicadores propuestos. Por ejemplo, toda medida tendría que contener pautas para asesorar la información y los datos recogidos. Esta información y datos también tendría que asesorarse a lo largo del tiempo para dar una vista significativa del progreso que se está haciendo. Además, sería necesario especificar cabalmente, y de antemano, lo que constituye el éxito.
VII. Hacia el Desarrollo de Indicadores de Base Espiritual: Posibles Pasos Colaborativos
Este trabajo escrito ha presentado cierta visión del futuro y, basado en esa visión, ha examinado brevemente los principios espirituales que pudieran usarse al construir indicadores de progreso hacia este futuro. Ha considerado áreas de normas en que estos principios podrían aplicarse para poder generar metas y, finalmente, indicadores para medir el progreso hacia tales metas. Por último, ha dado breves ejemplos de cómo podrían concebirse y desarrollarse tales medidas de base espiritual.
El enfoque usado en este trabajo no sigue el proceso normalmente asociado con la creación de indicadores. Es decir, la creación de indicador por lo general, aunque no siempre, sigue el establecimiento de normas y metas. Sin embargo, los grupos comunitarios y otros, más y más se están acercando a desarrollo de indicador por crear primero una visión, luego identificar los principios que subyacen esa visión, luego miran áreas de normas en las cuales crear metas basadas en esos principios, y finalmente, construyen indicadores para medir el progreso hacia estas metas. Éste es el enfoque usado en el trabajo acutal. Una vez se hagan comunes los indicadores de base espiritual, un sinnúmero de enfoques llegarán al mismo propósito: el infundir principios espirituales en nuestro entendimiento, práctica, y asesoramiento del desarrollo.
La identificación en sí de metas y la construcción de indicadores de base espiritual para el desarrollo podría emprenderse como proceso colaborativo. Al considerarse la propuesta siguiente, ni los pasos, ni los principios, ni las áreas de norma sugeridas tienen que tomarse como punto de partida.
La propuesta es la siguiente: que los representantes de las religiones del mundo se reúnan, tal vez bajo el auspicio del Banco Mundial, u otra agencia de desarrollo internacional tal como el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, para comenzar a consultar sobre principios espirituales y cómo afectan el progreso individual y colectivo. El objetivo inicial de este esfuerzo - que deberá verse desde el principio como sustancioso, consumidor de tiempo y seguido - sería de llegar a un acuerdo sobre un número limitado de principios espirituales que se comparten universalmente y un conjunto de áreas de norma prioritarias en las que se aplicarían. Basados en estos principios y áreas de prioridad, se generarían metas y se construirían indicadores para medir el progreso hacia estas metas. Otros objetivos podrían agregarse al progresar las consultas. Al grado en que pueda articularse una visión común, el esfuerzo se fortalecerá. Mientras que los representantes no tendrían que estar involucrados en los aspectos técnicos tales como calcular las medidas cantitativas - la agencia de desarrollo involucrada podría asumir esta responsabilidad - ellos tendrían que repasar los indicadores, una vez creados, y estar involucrados en cualquier trabajo de revisión requirida luego de probarse.
Las diferencias religiosas no deberán mostrarse insuperables en tal iniciativa, pues existe un hilo subyacente de unidad conectando las grandes tradiciones religiosas del mundo. Cada una propone verdades espirituales básicas y normas de comportamiento que constituyen la base misma de la cohesión social y el propósito colectivo. Por lo tanto, las religiones deberían poder colaborar en un esfuerzo que usa y honra sus verdades más profundas y contiene tanta promesa para la humanidad.
Mientras progresa este proceso, podría beneficiarse de utilizar cierto trabajo que ya está realizándose en el campo del desarrollo, tales como los planes de acción global de la reciente serie de conferencias de la ONU. En estos planes de acción los gobiernos del mundo se han comprometido a "desarrollo social, económico y espiritual" y a "lograr un mundo de mayor estabilidad y paz, construido sobre la visión ética y espiritual." Han reconocido que sus "sociedades tienen que responder más efectivamente a las necesidades materiales y espirituales de los individuos, sus familias y las comunidades en que viven... no sólo como asunto de urgencia, sino también como asunto de compromiso sostenido e inquebrantable en los años por delante." Además, han afirmado que "el desarrollo es inseparable del ambiente cultural, ecológico, económico, político, y espiritual en que se realiza." Estos mismos gobiernos también han reconocido que "a los individuos se les deberá permitir desarrollarse a su máxima potencia, incluyendo saludable desarrollo físico, mental y espiritual," y que "la religión, la espiritualidad y la creencia desempeñan un papel central en las vidas de millones de mujeres y hombres, en la forma en que viven y en las aspiraciones que tienen para el futuro." (Cursiva agregada para dar énfasis.)
Estos compromisos, juntos con las normas, metas y programas sugeridos en estos planes de acción, llevan el peso de un concenso global. En este sentido, representan el mayor entendimiento común de prioridades y enfoques de desarrollo que la comunidad internacional ha logrado alcanzar. Por otra parte, más allá de aseveraciones generales sobre el papel fundamental y la importancia de la espiritualidad, visión espiritual y desarrollo espiritual, estos acuerdos globales no ofrecen visión coherente de lo que significan estos términos, y las medidas actuales de desarrollo - los determinantes del "éxito" - por lo general, fracasan en tomar en cuenta factores espirituales. Sin embargo, debe reconocerse que estos planes de acción han reconocido que la espiritualidad es parte integrante del desarrollo y sí intentan articular ciertos principios tales como la tolerancia y la solidaridad, algunos en mayor detalle y con mayor éxito que otros. Por lo tanto, las consultas de los representantes religiosos podrían enriquecerse profundamente por el estudio de estos documentos. Además, estas consultas bien podrían generar normas y metas semejantes a los que se encuentran en estos acuerdos globales y podrían, consecuentemente, beneficiarse de considerar las recetas que contienen estos acuerdos. Sin embargo, ya que las normas y metas desarrolladas por los representantes religiosos se basarían en principios espirituales claramente identificados, tendrían mucha más probabilidad de ser apoyados por la gente que los que se basan en consideraciones predominantemente materiales.
Al hacer un llamado para la creación de indicadores de desarrollo en cada uno de los planes de acción global, las Naciones Unidas ha puesto en movimiento un proceso a niveles nacional y global para el establecimiento de medidas apropiadas para el progreso. El trabajo en los indicadores de base espiritual podría eventualmente unirse a estas iniciativas.
Al desarrollarse estas medidas de base espiritual y al ponerse en uso, podrían establecerse procesos consultativos nacional y localmente en donde las comunidades se alentarían bien a adoptar estos indicadores para sus condiciones particulares, o bien a desarrollar medidas semejantes independientes de esta iniciativa global. El proceso de adoptar o crear tales indicadores sería en sí mismo esclareciente y apoderante para aquellos que estuvieran involucrados. Además, los programas y las normas que surgerirían eventualmente de estos procesos, seguramente ganarían el apoyo de mucha gente y cobrarían endosos formales de instituciones y comunidades religiosas.
La creación de indicadores de base espiritual no sería el propósito máximo de esta iniciativa. Más bien, sería el de colocar los principios espirituales al centro del desarrollo, de usarlos en sentar las bases, normas y programas, y de utilizarlos para motivar la acción individual y colectiva. Sin embargo, al demostrar que la aplicación de principios espirituales es tanto práctico como medible, la aceptación de la espiritualidad como el alma misma del desarrollo puede avanzarse significativamente. Por lo tanto, el crear medidas de base espiritual para el desarrollo no es sólo oportuno, sino escencial.
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Last updated 15 March 2004